martes, 17 de noviembre de 2015

La retirada de Nyel

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (23)

Menos de tres años después de la llegada de Nyel a Reims funcionaban en la villa del champán tres escuelas para pobres de la comunidad de De La Salle y el laonés. Como la satisfacción parecía imperar, comenzaron a proponerles la apertura de otras escuelas en los alrededores. Por ello, a principios de 1682 De La Salle, que se estaba ilusionando más y más con el proyecto de las escuelas, decidió enviar a Nyel a estudiar algunos ofrecimientos que le habían llegado, tomar decisiones sobre el terreno, a la vista de las circunstancia concretas, y organizar las nuevas escuelas que pudieran surgir; a fin de cuentas, el que sabía de estas cosas era Nyel y no el canónigo. Así surgió la escuela de Rethel; luego, seis meses más tarde, la de Guisa[1], y por fin la de Laon, tierra natal de Nyel.


Tres años largos estuvo este ocupado en la fundación de escuelas para pobres por poblaciones más o menos cercanas de Reims, pero, en definitiva, lejos de la capital, donde continuaba siendo De La Salle quien se ocupaba de la comunidad de maestros y sus escuelas. Llegó así el verano de 1685 en que Nyel sorprendió a todos anunciando su decisión de regresar a Ruan, donde moriría un par de años más tarde, el 31 de mayo de 1687, pobre, como había vivido, entre los pobres del Hospicio General a quienes había servido con generosidad y entrega encomiables.

Pero, ¿la retirada de Nyel fue realmente una sorpresa? ¿O era algo que, al menos él, tenía bien pensado cuando seis años antes llegó a Reims? Porque a propósito de su figura resulta conveniente plantearse algunas cuestiones, por más que las respuestas que se ensayen no puedan estar basadas en ningún documento de su mano, ya que nada de lo que él pudiera haber redactado ha llegado hasta nosotros.

Durante casi los tres primeros años de la fundación lasaliana, Nyel no se movió de Reims y, en estrecho contacto con el canónigo De La Salle, fue enseñándole muchas cosas sobre las escuelas para pobres y sus maestros, y convenciéndole de adoptar ciertas decisiones; surgieron así las primeras escuelas y se organizó un primer esbozo de comunidad de maestros. Por aquel entonces, probablemente, las cosas funcionaban más al estilo de Nyel que al del canónigo. Luego, por propia iniciativa o por necesidades de la fundación, Nyel se alejó de Reims, y el proyecto comenzó a marchar en aquella ciudad por otros derroteros, seguramente más cercanos a lo que De La Salle pensaba y deseaba.

Parece claro, por ejemplo, que, a partir del alejamiento de Nyel, la comunidad de maestros de Reims comenzó a estructurarse de manera más firme: se fijó el nombre oficial del grupo, un hábito peculiar, un reglamento, etc., al tiempo que el Señor De La Salle comenzaba a trabajar con seriedad la interioridad de los maestros, pilar básico de su compromiso y estabilidad en la misión. Comenzaba ya más a ser la comunidad sólida que, probablemente, De La Salle deseaba que aquel grupo un tanto delavazado de maestros que Nyel había promovido en Ruan. Adrián no estaba allí; no sabemos si compartía esas decisiones o si, quizás, incluso, ni siquiera se las consultaron...

O tal vez estaba de acuerdo, pero prefirió permanecer en la sombra, convencido de que su verdadera comunidad, su lugar, estaba en Ruan. Quizás no se enteró demasiado al detalle o prefirió no meter baza para no interferir en un proyecto que, en definitiva, no era el suyo. Puede que el modelo remense, en el fondo, no se pareciera demasiado al que él pretendía configurar, probablemente al estilo de Ruan, a partir de un determinado Hospicio General que acabaría por construirse en Reims y dependería del municipio.

Puede asimismo que, sencillamente, sobrepasados ya ampliamente los sesenta años, por aquella época edad muy avanzada, se sintiera cansado o enfermo, o próximo al fin. Quizás Nyel no hubiera tenido, desde siempre, otra idea que cumplir de la mejor manera posible el encargo de la Señora Dubois, para regresar luego a Ruan; y cuando vio que el proyecto de las escuelas para pobres en Reims estaba en buenas manos y marchaba por vías de franco desarrollo, entendió que su trabajo había terminado allí y decidió regresar a la capital normanda, donde en el fondo estaba su vida y su corazón... No sabemos qué pasó; el caso es que Nyel se retiró del proyecto[2].

Ciertamente durante esos tres años y pico, entre principios de 1682 y el verano 1685, en que Nyel trabajó por los alrededores de Reims mientras De La Salle se encargaba de los maestros de la ciudad las cosas evolucionaron con rapidez. Tal como cuenta el Hermano Bernard, el primero de los biógrafos del canónigo, en la práctica “el Señor Nyel dirigía las tres casas de Rethel, Guisa y Laon, mientras que el Señor De La Salle dirigía y formaba la de Reims”. Es curioso que, según este Hermano, ambos dirigieran las casas, pero solo Juan Bautista formara la suya. ¿Qué significa aquí ‘formar’? Sea cual sea la respuesta, resulta evidente que se han configurado dos redes distintas de escuelas: la de Reims, animada por De La Salle, cuyos maestros, que ya no son los que apalabró Nyel, viven en una única casa, aunque trabajen en tres escuelas distintas; y la de Nyel, repartida por la región, con tres casas en tres poblaciones distintas, bastante alejadas entre sí, en cada una de las cuales vive un par de maestros  —tres a lo sumo—  que se ocupan de las escuelas de esa localidad.
Parece claro que la relación entre ambas redes no se perdió nunca, y que, para desesperación de De La Salle, Nyel nunca dejó de solicitar maestros al canónigo cuando
tenía necesidad de ellos. Incluso el sacerdote remense visitó algunas de las casas dirigidas por Nyel, porque Juan Bautista había participado en las gestiones para abrirlas y, además, algún maestro de estas escuelas procedía de la comunidad de Reims. Pero es evidente que el estilo de vida en casa, la manera de conducir las escuelas, la misma exigencia personal y grupal, tenían que ser muy diferentes en una red y en otra. En Reims había una persona liberada, con una excelsa formación y altas inquietudes espirituales, que había fijado reglamentos, oraciones, menús, reuniones..., porque el grupo era numeroso. Aquel director de la casa remense se había preocupado especialmente de la vida de los maestros fuera de su trabajo y, en particular, de su experiencia espiritual. Lejos de Reims teníamos tres parejas de maestros muy separadas entre sí, con un director que lo era en teoría, pero que en la práctica se movía mucho y no podía vivir demasiado tiempo con los maestros o, al menos, no con todos. Y, en cualquier caso, se ocupaba sobre todo de los aspectos profesionales.

Así llegó la decisión de Nyel de regresar a Ruan. De La Salle, que no tenía ninguna obligación de hacerse cargo de las tres escuelas, que funcionaban lejos de Reims y bajo los criterios de Nyel, pero que había caído ya en el providencial embrujo del apostolado escolar, se decide a aceptar el reto y a encargarse también de aquellas tres escuelas huérfanas. Así, desde octubre de 1685 el Señor De La Salle será el único responsable de seis escuelas para pobres, diseminadas por cuatro localidades distintas, con unos quince Hermanos a su cargo. ¿Hermanos o solo maestros? Porque, ¿quién sabe cómo habían andado las cosas en la red de escuelas y maestros de Nyel? Este será el primer problema con el que Juan Bautista tendrá que enfrentarse.

Hermano Josean Villalabeitia




[1] En 1681 hubo un intento de fundación en Guisa, por cuenta y riesgo de Nyel, que fracasó en pocos meses. Al año siguiente fue De La Salle quien recibió la invitación, envió a Nyel y, en esta segunda ocasión, la escuela cristiana de Guisa renació y se consolidó; duraría hasta la Revolución, más de un siglo después.
[2] Blain aporta su explicación: “Cuando Nyel salió de Ruan no había renunciado a regresar algún día. Su idea era dejar que sus cenizas descansaran en ella. Para poder hacer esto con seguridad de conciencia había pedido varias veces al Señor De La Salle, aunque en vano, que se hiciera cargo de la dirección de las tres escuelas […] Su edad y la imposibilidad de dotar a estas tres escuelas de maestros capaces fueron los motivos en que apoyó su ruego, o más bien los pretextos con los que disfrazaba su invencible deseo de regresar a Ruan”.