martes, 15 de diciembre de 2015

Conduite des Écoles Chrétiennes

Una edición interesante del libro clave de las escuelas lasalianas a lo largo de muchos años de tradición e historia, la "Guía de las Escuelas Cristianas", podemos encontrarlo en Internet.

Se trata de una edición de 1863, cuando, como es sabido, la primitiva Guía, publicada por vez primera en 1720  -aunque poseamos un manuscrito, con bastantes de los textos luego publicados, datado hacia 1705-  había sufrido ya numerosos cambios, producto de la evolución de la escuela en ese siglo y medio.

Un auténtico tesoro, en cualquier caso, del que todos los lasalianos debemos estar al corriente, para utilizarlo, para recomendarlo y, en definitiva, para sentirnos orgullosos y satisfechos de estar ligados a un libro que forma parte esencial de la historia de la escuela, de la pedagogía y la didáctica universal.

Para ir a la página web donde se encuentra   P I N C H A R   A Q U Í .


jueves, 3 de diciembre de 2015

Contra la pobreza juvenil, formación y trabajo

Centro Social de Promoción Femenina (CSPF), de Anosibé (Madagascar)

La zona céntrica de Antananarivo, en teoría de las más nobles de la capital malgache, es, al mismo tiempo, enormemente engañosa. Paseas por las orillas del lago Anosy, por ejemplo, y puedes visitar el monumento a los héroes caídos por la patria, caminar de un ministerio a un museo, o entre instituciones educativas de prestigio... Y presidiéndolo todo, la destacada mole del hotel “Carlton”, el más lujoso de Madagascar.


Pero, al mismo tiempo, tus amigos te repiten constantemente que prestes atención a los rateros, las prostitutas no te dejan en paz con sus propuestas desvergonzadas y los desagradables efluvios del agua pútrida te amargan el hermoso panorama; a fin de cuentas, el lago no es, en definitiva, sino una enorme letrina pública. En otro orden de cosas, también puedes observar los restos calcinados de “Radio Madagascar”, víctima cruel de los acontecimientos sangrientos de las primeras semanas de 2009, cuyos perversos efectos aún padece la población con estoicismo, a la espera de que se hagan realidad las tantas veces frustradas promesas de los políticos.

Pero, sin duda, lo más engañoso es poder llegar, en apenas unos minutos de paseo, desde el formidable Carlton hasta los barrios de Anosikely o Anosibé, donde se hacinan millares de malgaches paupérrimos, que luchan como pueden por sobrevivir a una pobreza que se vuelve cada vez más agresiva. Y es que, en el centro de Antananarivo, el lujo más aberrante convive sin rebozo con una miseria que durante los últimos años ha ido alcanzando cada día a más y más personas. De hecho, las estadísticas más recientes indican que el 92 por ciento de los malgaches vive con menos de 1,32 euros diarios.

          Una comunidad de seglares comprometidos.- Uno de estos céntricos barrios miserables precisamente, el de Anosibé, es el escenario de nuestro artículo. En realidad Anosibé podría considerarse como un terreno ganado al agua, porque se formó desecando parte de la laguna en cuyas riberas se asienta; solo hubo que echar al agua tierra y más tierra... Con esta operación aumentó en gran medida la superficie habitable del barrio, y muchas familias pobres encontraron allí un acomodo que en otras partes de la ciudad les resultaba del todo imposible. Claro que, junto a las personas, también otros inquilinos, como los mosquitos o las ratas, se instalaron a sus anchas en aquel ambiente húmedo e insalubre.

La crítica situación así creada llamó la atención de un grupo de profesoras y profesores cristianos del relativamente cercano Colegio de la Sagrada Familia, dirigido por los Hermanos de La Salle, que venían reuniéndose desde tiempo atrás para compartir su fe, meditar sobre el Evangelio y orar. A la vista de la realidad social de Anosibé, impulsados por sus convicciones religiosas, algunos de estos maestros decidieron dar un paso más y comprometerse en algún apostolado social. Visitando el barrio y sopesando sus posibilidades de compromiso, parecía que lo más práctico podría ser dedicarse a la alfabetización de adultos y, sobre todo, a la de los jóvenes, casi todos muy pobres y en riesgo de exclusión social. Así las cosas, alquilaron un local y centralizaron en él sus actividades educativas solidarias. Corría por aquel entonces el año 1994.

El grupo de profesores comprometidos se fue estructurando más y más, hasta llegar a consagrase como miembros de la fraternidad laica “Signum Fidei”, ligada a La Salle, y constituir una comunidad de seglares sólida y comprometida. El entusiasmo era por aquellos días tan grande que, aprovechando los bajos precios de los solares en Anosibé, el grupo se planteó incluso la oportunidad de construir entre todos una casa con varias viviendas, a las que podrían trasladarse las distintas familias de los profesores involucrados.

Y el terreno para la casa comunitaria se adquirió, en efecto, aunque el edificio proyectado nunca viera la luz. Se ve que la Providencia tenía otros planes para ellos...

          Cuando alfabetizar no es suficiente.- Según van adquiriendo experiencia en el barrio, y conociendo al detalle la evolución de numerosos casos concretos, nuestros profesores se convencen de que la alfabetización es importante, por supuesto, y hay que seguir impulsándola; pero que ella sola no basta. Si no hacen algo más por las personas que vienen a sus clases la mayoría de ellas jamás podrá sortear, de manera mínimamente aceptable, el muro de miseria que las aprisiona. Además de enseñarles los rudimentos escolares, parece, pues, imprescindible completar su formación preparándolos específicamente para que puedan encontrar un trabajo. Esto supone que, de una manera que habrá que estudiar con cuidado y adaptándose a las condiciones del barrio y a las necesidades de la ciudad, tendrán que orientarse hacia la formación profesional.

Al mismo tiempo, nuestros profesores se dan cuenta asimismo de otra evidencia: las más afectadas por toda la problemática de la miseria del barrio, que las lleva con demasiada frecuencia a situaciones lamentables  -prostitución, embarazos juveniles, nula autoestima, etc.-, son las chicas jóvenes. A ellas conviene dirigir, por tanto, el grueso de las actuaciones.

Fruto de todo este discernimiento, que no se lleva a cabo en unos pocos días precisamente, es la creación del “Centro Social de Promoción Femenina” (CSPF), que nacerá en 1999 sobre el terreno adquirido para la casa de la fraternidad. Un edificio se levantará efectivamente sobre él, pero sus beneficiarios no serán ya las familias de los “Signum Fidei”, sino las chicas más pobres del barrio; para comenzar, una veintena, a la que se irán sumando algunas más cada curso.

Las especialidades que parecen más apropiadas para impartir de inicio son las relacionadas con las labores típicamente femeninas de la costura: corte, confección, bordado, tricotado y tintura. Habrá que intensificar también las clases de alfabetización  –que serán complementadas con nociones de promoción femenina y formación religiosa–, de modo que las alumnas alcancen un nivel profesional apreciable y hasta pueda solicitarse el reconocimiento oficial de los estudios. Para ello, resultará asimismo indispensable contratar a algunos educadores especializados.

Los comienzos son ciertamente impactantes. Puesto que ahora las chicas tienen que permanecer bastante más tiempo en el CSPF, aparecen problemas de higiene, piojos, malos olores... que es preciso combatir con energía; sin demasiada ayuda por parte de las propias interesadas, todo sea dicho. Las jóvenes que acuden al Centro son todas del barrio; no pocas de ellas proceden de familias desestructuradas, con padres alcohólicos, madres prostitutas, delincuentes, pordioseros... Apenas se les puede solicitar ningún apoyo económico o material porque sería inútil: no tienen nada. La venta de algunos productos elaborados por las alumnas ayudará un poco; el resto habrá que buscarlo con ahínco en la solidaridad internacional.

Con el paso del tiempo el CSPF se normaliza y adquiere un ritmo estable: son tres años de estudios, tras los que se obtiene un diploma reconocido por el Estado malgache y la Iglesia Católica. Los primeros resultados son alentadores de verdad, pues las chicas que concluyen la formación dominan ciertamente su profesión, encuentran empleo sin demasiada dificultad, o trabajan en sus propias casas para sus vecinos.

          Más proyectos.- Tras una década de trabajo intenso y feliz con las chicas, y casi por casualidad, más proyectos se unen a la labor benefactora del CSPF de Anosibé. Y es que un grupo de voluntarios, sin conexión alguna con los “Signum Fidei”, está buscando un lugar para implantar una escuela de hostelería, dedicada, sobre todo, a niños y niñas de la calle, sin despreciar otras situaciones juveniles de exclusión social grave. Para sus propósitos, disponen del apoyo de varias instituciones francesas.

Conocida la experiencia del CSPF de Anosibé, el acuerdo es rápido. A pesar de que el nuevo proyecto va a depender de otras instancias, el terreno de los profesores está disponible, sin condiciones, para el nuevo proyecto. Se construirá en él un nuevo pabellón para la hostelería, el segundo, que empieza a funcionar en otoño de 2011.

La formación hostelera va a durar un curso escolar. Los chicos y chicas que acudan a Anosibé serán propuestos por distintos organismos que se ocupan de los jóvenes en exclusión social de Antananarivo. La demanda de plazas es fuerte aunque son pocos los jóvenes que pueden ser admitidos; de otra forma, el aprendizaje se resentiría.


 El plan que se organiza es que, tras alguna orientación teórica inicial, los chicos y chicas pasen toda la mañana en la cocina, trabajando y, así, aprendiendo. A mediodía, toda la escuela comerá lo que entre todos han preparado. Por la tarde, puesto que los pequeños cocineros no son del barrio, con una pequeña ayuda del Centro cada cual regresará a su residencia, que ha sido elegida y es controlada con mimo por los organismos que envían a los chicos a Anosibé.

Así las cosas, la hostelería echa a andar, de modo que son ya cuatro las promociones de cocineros que se han formado en el Centro.

Algo más tarde, en mayo de 2013, se inauguraba el tercer y último edificio del CSPF de Anosibé, bastante más elegante que sus dos hermanos. Se trata de una casa de dos pisos, con locales para clases y talleres en la planta baja, y unas instalaciones para internado en el primer piso. En este nuevo inmueble se va a intentar ampliar el abanico de actividades del CSPF.

Dado que los problemas financieros son cada día más agobiantes, en la planta baja del nuevo edificio se han ido implantando algunas actividades formativas con gancho, como la peluquería o la informática, de modo que atraigan a gente de fuera del barrio dispuesta a pagar por aprender. De esta manera, los nuevos cursos servirán para financiar las actividades clásicas del CSPF, que seguirán su curso habitual en el primitivo edificio. Así se compaginará el indudable servicio social que ofrecerán las nuevas actividades con la ayuda económica a la juventud pobre del barrio.

El segundo piso, por su parte, está destinado a residencia de chicas universitarias procedentes de fuera de la capital, un servicio muy necesario que no está bien resuelto en Antananarivo. Al mismo tiempo, el salón principal de la casa se puede alquilar para eventos particulares como fiestas, bodas u otras celebraciones. Aunque han tenido dificultades para completar el instrumental, mobiliario y otras cuestiones de la nueva casa, poco a poco los distintos planes van cobrando realidad.

          Los productos chinos y otros problemas.- Sin lugar a dudas, el CSPF viene prestando a Anosibé  –y a todo Madagascar–  un excelente servicio, que tiene el mérito de estar sustentado en las inquietudes religiosas y sociales de unas cuantas personas particulares, que no han escatimado tiempo, dinero ni preocupaciones para hacer realidad sus sueños.

Con todo, si al principio las chicas encontraban trabajo sin demasiada dificultad al completar su formación, los últimos tiempos han traído ciertas complicaciones en este asunto. Y es que cada día es más difícil colocarse; el mercado está saturado y, tras las primeras decepciones, no es fácil que costureras y cocineros sigan, a pesar de todo, insistiendo cada día en su empeño, sin que su entusiasmo desfallezca. Pero no hay otro camino...

El último problema han sido las tiendas de los chinos, que ofrecen toda clase de productos, en presentaciones muy atractivas para los malgaches, a unos precios que no admiten competencia. Como consecuencia, aquellos productos que durante los primeros años del CSPF casi se los quitaban de las manos, ahora se quedan largo tiempo en las vitrinas, y por más exposiciones que se organicen, nadie los quiere. Todo es mucho más variado y barato en los almacenes chinos...

No queda más remedio que echarle imaginación y coraje. Con todo, tras nuestra iluminadora charla con la señora Liva Rahelimampianina, activa en el CSPF desde su fundación y actual directora del mismo, y con alguna de sus compañeras, estamos convencidos de que sabrán afrontar estos nuevos retos con responsabilidad y audacia. En caso de tener éxito, los mayores beneficiarios serán, sin duda, los jóvenes malgaches más pobres.

                                                                                                       Josean Villalabeitia

(publicado en la revista 'Mundo negro', septiembre 2015)