lunes, 19 de diciembre de 2016

Hermano Victorino, un apóstol lasaliano en Cuba

El Hermano Victorino se llamaba, en realidad, Augustin Arnaud Pages; había nacido en Francia y vivió entre 1885 y 1966. Desarrolló su misión lasaliana en diversos lugares, pero son, sobre todo, sus alumnos de Cuba quienes, a partir del recuerdo imborrable que les dejó su figura, han acometido la tarea de difundir su vida y su obra. Y lo están haciendo con una dedicación y una eficacia realmente admirables.

Contagiado, en cierta manera, por el entusiasmo de estos lasalianos caribeños, el Instituto de los Hermanos de las Escuela Cristianas inició hace ya algunos años la causa de beatificación del Hermano Victorino, que avanza poco a poco por los intrincados caminos de la burocracia eclesiástica. De hecho, la Positio sobre su vida y virtudes, primer paso indispensable en el tortuosos camino hacia los altares oficiales, fue presentada en Roma ahora hace un año, aproximadamente. Y su caso continúa en atento estudio, ahora en los despachos romanos de la Congregación para las Causas de los Santos.

Pero, ¿quién fue, quién es el Hermano Victorino? ¿Cuáles son los datos más importantes de su biografía? ¿Por qué destacó en vida e impresionó de tal manera a cuantos le conocieron de cerca?

Existe en Internet un interesante vídeo, de menos de un cuarto de hora de duración, que responde con imágenes y comentarios a todas estas preguntas y algunas más. 

Quienes estén interesados en conocer mejor la figura del Hermano Victorino, de La Salle, pueden ver este vídeo pinchando AQUÍ.

Presentación oficial de la Positio sobre el Hermano Victorino, en Puerto Rico, el pasado 16 de abril

lunes, 12 de diciembre de 2016

Mapa Lasaliano Interactivo

Lo que anuncia la página web que proponemos es

un Mapa Interactivo ILDP 2016



 "ILDP" podríamos traducirlo seguramente como "Procesamiento Inteligente de Datos Lasalianos". Según comenta la misma página, en él se puede echar un vistazo a las iniciativas que lasalianos de todas las nacionalidades han puesto en marcha en múltiples lugares de nuestro mundo.

Ojeando un poquito los distintos lugares que se proponen, es evidente que no es un mapa completo, ni mucho menos, porque abarca únicamente 126 presencias lasalianas en todo el mundo. Hay muchas más, como es bien sabido... Tampoco hay que interpretarlo como presencias que se han iniciado a lo largo de 2016, porque resulta evidente que la mayor parte de ellas, si no todas, son mucho más antiguas. Pero no hay duda de que se trata de una iniciativa interesante.

No hay más que ir pinchando en los distintas sugerencias que se indican en la columna de la izquierda de la pantalla para tener acceso a una obra lasaliana concreta. Tener acceso significa: algunas fotos de la obra o presencia lasaliana en cuestión, una sintética descripción de la misma o de sus proyectos más importantes, una dirección postal y una página web de la obra, para quienes estén interesados en ampliar conocimientos.

Una página interesante, con un caudal de información lasaliana ciertamente enorme, a disposición de cuantos estén interesados en la obra de los seguidores de san Juan Bautista De La Salle a lo largo y ancho de nuestro mundo.

Quienes deseen consultarla pueden hacerlo pinchando AQUÍ.



lunes, 28 de noviembre de 2016

Hermanos, Hermanas, Lasalianos todos ¡EN MISIÓN!



Los lasalianos nacimos para la misión, componemos una institución apostólica, intensamente apostólica subrayaría yo, y si nos olvidamos de la misión, si nos retiramos de la misión, nuestra vida perdería gran parte de su sentido. 

Sea cual fuere la edad de la que presumimos, seguimos en la brecha apostólica, anunciando el Reino, evangelizando, educando… aunque, por supuesto, esto hayan de desarrollarlo los más mayores de manera distinta de cómo lo hacen los jóvenes, o de como lo hacían ellos mismos cuando eran más jóvenes.

Los lasalianos de cierta edad puede que tengan la sensación de que algunos apostolados han dejado de estar ya a su alcance  -aunque esto habría que discutirlo con algún detenimiento-  pero de ninguna manera se han quedado sin misión.




Este año 2016 que comienza ya a tocar a su fin ha sido ocasión fantástica para que todos los Lasalianos continuemos comprometidos en la misión. Internet ha sido un espléndido testigo de esto que comentamos. 

Como muestra de ellos, presentamos dos cortos vídeos que proclaman las grandezas de la misión lasaliana. Ambos tienen su origen en México. Uno de ellos lo presentan los Hermanos de La Salle y el otro las Hermanas Guadalupanas de La Salle

Son dos simples muestras de mucho y bueno que hay por esos mundo lasalianos internacionales...


Para ver el vídeo de los Hermanos pinchar AQUÍ.

Para ver el vídeo de las Hermanas pinchar AQUÍ.


Y en cualquier caso, 
¡ánimo con el compromiso misionero lasaliano!


¡Viva Jesús en nuestros corazones!

¡POR SIEMPRE!



miércoles, 9 de noviembre de 2016

La misión de La Salle, en música

Una hermosa canción lasaliana 
que es mucho más que música

























Porque es unión de tierras intensamente lasalianas: Perú, Bolivia y Cataluña. 
Porque es unión de Hermanos y laicos, todos ellos intensamente lasalianos en su corazón.
Porque habla de Dios, de fe, de comunidad, de bendición...
Porque habla de jóvenes, de escuela, de compromiso, de pobres...
Porque habla de la misión de La Salle.
¡Que la disfrutéis!

Podéis oírla y disfrutar del fantástico espectáculo lasaliano pinchando AQUÍ. 


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Griñón: Cien años educando

El pasado día 22 de octubre tuvo lugar la inauguración oficial del centenario de la llegada de los Hermanos de las Escuelas Cristianas a Griñón, localidad situada a unos 40 km de Madrid, en España.

Historia.- Todo comenzó cuando el 20 de octubre de 1916 tres Hermanos de La Salle llegan a Griñón para abrir la nueva Casa de Formación de Hermanos de La Salle. Los primeros tiempos son años tranquilos, de austera formación para la Escuela Cristiana.

Unos cuantos años después, en tiempos de la Segunda República y, sobre todo, de la Guerra Civil, llegan tiempos de incertidumbre y violencia. El momento más dramático, sin duda, fue el martirio de once Hermanos y un fiel servidor laico de la casa, que fueron beatificados en 2013.

Superados aquellos momentos dolorosos, breves pero muy duros, se recuperó la tradición interrumpida y cientos de jóvenes candidatos a la vida de Hermano y de jóvenes Hermanos continuaron pasando por las distintas instalaciones de Griñón para formarse en la vida lasaliana, como Hermanos educadores de las clases populares.

A partir del año 2000, las instalaciones de la casa se acomodan y enriquecen para abrirse a cuantos chicos y chicas de los alrededores estén interesados en recibir formación en La Salle. Hoy el Colegio La Salle-Griñón cuenta con alrededor del millar de alumnos de todas las edades y niveles de estudio, y ha perdido por completo su carácter de casa de formación para Hermanos. Es, sin duda, una institución educativa de prestigio en toda la comarca e incluso más allá de ella.

Eso sí, además del Colegio, continúa residiendo en Griñón una comunidad de Hermanos ancianos, mientras que las antiguas salas del noviciado se han adaptado para servir de casa de acogida y oración a cuantos estén interesados en utilizarlas. Se trata del conocido como Centro "La Salle-Siquén", que acoge todos los años distintos grupos de personas llegadas para un retiro espiritual, un curso de formación, convivencia, etc.

Centenario.- La celebración del centenario de La Salle-Griñón quiere ser una acción de gracias a Dios por los dones recibidos del Señor y un homenaje y un reconocimiento a todos los participantes en estos cien años de historia lasaliana para tomar nuevo impulso y continuar educando.

Están programadas actividades religiosas, culturales, educativas y deportivas; encuentros de protagonistas que han vivido parte de esta historia: Hermanos, antiguos formandos, antiguos profesores y alumnos del colegio, vecinos de Griñón y pueblos de alrededor.

La clausura del centenario será el día 3 de junio de 2017 con la presencia del Hermano Robert Schieler, Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Este primer centenario es una magnífica ocasión para evocar el rico y glorioso pasado de la querida casa lasaliana, para agradecer el gran bien realizado en el campo de la educación a través de la multitud de maestros formados en sus aulas y repartidos por toda España, y para seguir comprometidos con la misma tarea educadora aunque ahora desde otros paradigmas, con otros objetivos y para otros destinatarios.


 A continuación se facilita el acceso a tres documentos distintos relacionados con la celebración:






miércoles, 26 de octubre de 2016

Desde la isla de los bucaneros

Hermano Carlos Elías Cruz: 
"Evangelizar es comprometerse"
El Hermano Carlos con un grupo de niños, alumnos de una escuela lasaliana de la isla de la Tortuga

 «La gente cuando pasa hambre no tiene futuro»

Carlos Elías Cruz es Hermano de La Salle, argentino y tiene 43 años. Cuando en 2010 Haití se vio sacudido por un terremoto, se «sacudieron» sus entrañas y dijo a sus superiores: «Siento que debo estar allí». A partir de ese momento cambió su vida. Hace cinco años su biografía es nueva. La isla de la Tortuga donde vive, ha tejido también su existencia, esperanza y consagración. Carlos sonríe continuamente. Cuando nos habla de hambre, muerte o soledad, no pierde la luz de la alegría. Hay algo que le dice y nos dice, que el sitio de la vida religiosa está allí donde no llegan los focos, ni la noticia… Allí donde la vida está en cuestión por algo tan antiguo y, desgraciadamente, tan nuevo como el hambre.

Cuéntanos tu impresión al llegar a Haití…

En primer lugar fue una sensación de pánico. Cuando llegué a Puerto Príncipe empezamos a recorrer todas las tiendas de campaña que se habían establecido en las plazas y al lado de los edificios… todas las casas estaban destruidas, la gente vagaba sin sentido, con la mirada perdida, pero me llamó especialmente la atención el silencio. Ese silencio lleno de un dolor sobrecogedor para el cuál yo no tenía palabras ni estaba preparado, pero era el lugar donde había decidido y querido estar: acompañando el sufrimiento de tantas personas que lo habían perdido todo.
Al poco tiempo de estar allí, en Puerto Príncipe, los Hermanos me dijeron que estaban construyendo unas escuelas para acoger un grupo de niños víctimas del terremoto y que necesitaban un hermano que llevara la organización en la isla de la Tortuga. En seguida dije que sí. No sabía   muy bien a qué me comprometía e, incluso, dónde estaba la isla de la Tortuga, pero dije “sí”.
Un sí incondicional a algo desconocido… ¿Cómo es la isla de la Tortuga?

La isla de la Tortuga está a 10 horas de viaje de Puerto Príncipe, es la isla más alejada de la capital de Haití. En ella viven actualmente aproximadamente unas cuarenta mil personas. Es una isla muy famosa por sus leyendas de piratas, incluso se la conoce como “la isla de los piratas”.
En esta isla la gente vive o, mejor dicho, sobrevive de lo que siembra: manís, una legumbre parecida al frijol, batatas, cebollas… y con esto, siempre que la lluvia lo permite, la gente va sobreviviendo. Cada familia siembra alrededor de su casa, pero el terreno es pedregoso y hay muy poca tierra cultivable, la isla es una roca. También son muy populares los plátanos, un alimento imprescindible y básico para la alimentación y la economía, además del mango y las bananas dulces. Es decir, es una isla, en un lugar paradisíaco, donde la gente pasa hambre.
Describes una economía de mera subsistencia…

Totalmente. El movimiento económico es muy rudimentario, prácticamente inexistente, es una economía de trueque donde la gente funciona y vive al día. En la isla todos dependemos de lo que la naturaleza quiera darnos. Además, al ser una isla tan pequeña y rocosa, hay muy pocos lugares donde poder sacar agua dulce. La gente, en medio de las rocas, extrae como puede algunos cubos de agua para el aseo y la cocina, pero esto no da para regar los cultivos o crear sistemas de regadío que permitan una agricultura más extensa. Otro medio de subsistencia son los cabritos. Casi todas las familias tienen dos o tres cabritos que, tras criarlos, los venden para comer. También usan el carbón como medio de subsistencia, pero esto está suponiendo la tala indiscriminada de árboles y la consiguiente deforestación de la isla, ya que la gente corta los árboles para vender el carbón en Puerto de Paz a cambio de unas monedas. Son estos los medios con los que la gente puede vivir o, mejor dicho, sobrevivir.
En ese contexto, ¿Hay lugar para pensar en educación?

En la isla hay escuelas nacionales y protestantes, pero la presencia educativa nació con los hermanos de La Salle hace 40 años. Ellos fueron los que iniciaron la labor educativa en la isla y la expandieron en diferentes centros de enseñanza. Gracias a aquellos hermanos arriesgados y valientes, nosotros hoy podemos ofrecer siete obras educativas en la isla. Son siete presencias humildes y muy sencillas, pero para la gente y, sobre todo, para los niños son presencias de esperanza.
¿Cómo es vuestra presencia comunitaria?

En la actualidad estamos cinco hermanos: un español, tres haitianos y un argentino. Mi trabajo es la dirección general de cinco escuelas y coordinar el sector Haití, a nivel educación lasaliana, es decir, me toca coordinar las escuelas de La Salle de Haití. Y mis hermanos de comunidad están también colaborando en los proyectos educativos y solidarios que estamos implementando en la isla.


El Hermano Carlos en su pequeño almacén-librería, al servicio de toda la isla


sábado, 8 de octubre de 2016

Materiales diversos sobre el santo Hermano Salomón

El próximo día 16 de octubre de 2016, domingo, 
será declarado santo el Hermano Salomón Leclercq, 
del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle)


El  Hermano Salomón fue martirizado durante la Revolución Francesa, el 2 de septiembre de 1792, en el jardín del convento de los Carmelitas de París, junto a otros 165 compañeros de martirio, todos ellos sacerdotes o religiosos.

El martirio del Hermano Salomón forma, en realidad, parte de lo que se han llamado "masacres de septiembre", una serie de juicios sumarísimos y ejecuciones en masa que se desarrollaron entre el 2 y el 7 de septiembre de 1792. Se trata de uno de los episodios más sombríos de la Revolución Francesa. Los historiadores no se ponen de acuerdo acerca de los motivos que indujeron a cometer unos actos tan irracionales y en circunstancias tan particularmente terribles para los prisioneros. 

Las matanzas no solo tuvieron lugar en los Carmelitas de París; también en distintos lugares de la capital francesa e incluso en otras ciudades, como Orleans, Meaux o Reims. Con todo, el número más elevado de víctimas encontró la muerte en la capital, sobre todo en el jardín de los Carmelitas, donde fueron "juzgadas" y "ejecutadas" más de trescientas personas.

Ya hemos comentado en este blog algunos aspectos del martirio del Hermano Salomón, su beatificación y el proceso hacia su canonización, ahora a punto de concluir con éxito. Los interesados pueden leerlos pinchando AQUÍ.

Proponemos a continuación una página web en la que hacerse con numerosas imágenes, cartas autógrafas, comic conmemorativo y algunos otros documentos, en diferentes lenguas, todos ellos relacionados con el santo Hermano Salomón. Los interesados pueden encontrarlos pinchando AQUÍ.

Todos los lasalianos nos alegramos con el próximo ascenso a los altares de la Iglesia Católica del primer Hermano mártir. Él abrió una ruta por la que marcharía más tarde muchos compañeros más, que, derramando su sangre, proclamaron la absoluta primacía de su fe cristiana y de su ministerio educativo de evangelización.

Querido Hermano Salomón, lasaliano, haznos valientes como tú y ruega por nosotros a Dios.




viernes, 30 de septiembre de 2016

Un pionero de la inculturación

El beato Hermano Rafael Luis Rafiringa (1856 - 1919)

Aunque beatificado por la Iglesia universal hace ya seis años, el Hermano Rafael Luis Rafiringa apenas es conocido fuera de su tierra. Allí sí, en Madagascar el beato Rafiringa es toda una autoridad en muy diversos campos.

Como líder patriótico, por ejemplo, por sus rifirrafes con los colonizadores franceses, que llegaron a encarcelarlo por creerlo implicado en un complot anticolonial. Sin embargo, al final Francia terminaría concediéndole una medalla por su contribución a la paz y a las buenas relaciones franco-malgaches. Y es que, más que antifrancés, Rafael Luis era, sin discusión, promalgache.

El beato Rafiringa es también apreciado en Madagascar como líder católico, pues cuando los misioneros franceses tuvieron que abandonar aquella isla, junto con sus demás compatriotas, Rafael quedó al frente de la joven iglesia malgache, que vivía momentos complicados en rivalidad con las religiones tradicionales del país y los influyentes protestantes.

El Hermano Rafiringa fue también un educador excelso, con una confianza inagotable en el valor de la escuela para formar personas y cristianos. Y un gran conocedor de su lengua materna, que le llevó a ser elegido académico de la lengua malgache; uno de los escasos indígenas de aquella naciente institución de europeos. En realidad, si destacó como estudioso del malgache, fue asimismo escritor en dicha lengua, prolífico y de calidad, que a veces alternaba con el francés.

Por fin, el Hermano Rafael Luis Rafiringa destacó por su santidad, de modo que el santuario de Soavimbahoaka  -“la colonia bendita del pueblo”, como a él le gustaba llamarla-, donde reposan sus restos, es hoy un lugar de peregrinación en el que nunca faltan devotos deseosos de presentarle sus cuitas, darle las gracias por los dones recibidos o pedir algún favor por su mediación.

Rafael Luis Rafiringa es, ciertamente, una figura que hay que tener muy en cuenta en Madagascar... Aunque fuera de la isla también, según vamos a comprobar.

El primer religioso malgache.- Aprovechando la aparición de la versión española de una selección de notas personales del beato, tituladas “Frutos de cuatro años de guerra”, y de algunas de sus cartas, podemos hacernos una idea más precisa de la visión que Rafiringa tenía sobre distintos asuntos que nos interesan, como la cultura e idiosincrasia de los pueblos, la necesidad de preparar a los misioneros para que realicen con tacto y prudencia su labor en tierra extranjera o la excelencia de la escuela como instrumento de evangelización. Pero antes de presentar el pensamiento de nuestro beato sobre estos asuntos, esbocemos en pocas pinceladas algunos datos biográficos que ayuden a enmarcar mejor su figura.

Nacido en 1856 muy cerca de la capital, Antananarivo, el pequeño Rafiringa es uno de los primeros alumnos de la escuela que los Hermanos de La Salle franceses acaban de abrir en Madagascar. En 1869 recibe el bautismo y toma el nombre de Rafael. Siete años más tarde solicita el ingreso en la congregación de sus maestros; será el primer religioso nativo de la isla, llamado en religión Hermano Rafael Luis. En 1883, cuando los franceses son expulsados del país, nuestro Hermano, único religioso de la isla, queda al frente de la incipiente Iglesia local hasta el regreso de los misioneros, tres años más tarde. Tendrá que presidir cultos, organizar reuniones, predicar, explicar el catecismo, visitar a los enfermos, bautizar... Los misioneros, a su regreso, se sorprenderán de la vitalidad que anima a su grey nativa, que creían marchita. En 1902 Rafiringa es nombrado miembro de la Academia de Madagascar, que se ocupa fundamentalmente del estudio del malgache. Fallecerá en Fianarantsoa en 1919 y será proclamado beato en 2009.

Rafiringa escribió numerosas obras originales en malgache, tanto de contenido religioso como profano, y tradujo unas cuantas más del francés. Compuso asimismo infinidad de poesías y teatrillos con destino a sus alumnos, así como sencillos artículos piadosos. Sus trabajos de lingüista competente y sus colaboraciones en el renombrado diccionario francés-malgache de Abinal-Malzac conservan su vigencia. Según confesaba nuestro beato a un misionero francés amigo, “le escribo en malgache para que se acuerde de nuestra lengua y porque me siento más libre para expresar mi pensamiento”. A pesar de dominar a la perfección el francés, resulta, pues, incuestionable la apuesta que el Hermano Rafael Luis mantuvo permanentemente en favor de su lengua materna.

            La cultura de los pueblos es obra de Dios.- La primera afirmación del beato Rafiringa que debemos considerar es capital en su pensamiento: “Los usos y costumbres, las maneras de cada nación, no son inventos de los hombres, sino obras de la sabiduría divina y así debemos respetarlos”. Para fundamentar su convicción, Rafael Luis no duda en acudir a la Biblia como sólida autoridad indiscutible: “Habiendo dicho Dios a nuestros primeros padres «creced, multiplicaos y llenad la Tierra», los hombres se desparramaron por todas partes. Así se formaron naciones distintas por sus climas, paisajes, dones... Y todas esas diferencias influyeron de tal manera en los habitantes de cada lugar que terminaron por formar países que son totalmente distintos unos de otros”.

Pero también el Nuevo Testamento inspira a nuestro beato razones para subrayar la importancia de la cultura de cada pueblo: “En los Hechos de los Apóstoles se lee que los distintos grupos que asistían a la predicación del día de Pentecostés escuchaban hablar a los Apóstoles cada cual en la lengua de su país, y no que todos escuchasen el idioma de los Apóstoles. Esto nos enseña que los Apóstoles y los misioneros, sus sucesores, al llevar el Evangelio a otras naciones, deben procurar introducir en ellas la religión cristiana sin alterar sus usos y costumbres. Porque en el concepto «lengua» podemos englobar todo lo que distingue a un pueblo de otros”. Y Rafiringa remata su reflexión con una cita culta: “Como dejó escrito Darmesteter, «las lenguas son como espejos en los que se reflejan los hábitos mentales y la psicología de los pueblos»”. Ciertamente habría que matizar la literalidad de las palabras de nuestro Hermano, aun cuando el meollo de lo que quiere explicar pueda comprenderse y aceptarse sin mayor dificultad, y hasta nos deje sorprendidos.

En lo que hace a la misionología, la conclusión no se hace de rogar. Y llega de boca de un nativo educado por misioneros extranjeros, que tiene frescas todavía, seguramente, algunas de sus primeras experiencias al respecto: “Por todo esto, es esencial para un misionero conocer los usos y costumbres, los hábitos, la manera de pensar de la nación a la que es enviado. Si no los conociera, solo por milagro podría tener éxito en su apostolado”. Luego, la comparación con que cierra sus consideraciones no tiene desperdicio: “Los infieles son enfermos cuyo médico es el misionero. Y un médico que no conociera al enfermo, ¿cómo podría curarlo? Lo más probable es que lo hiciera morir”.

No queda ahí la cosa. Esta importante obra de Dios que es la idiosincrasia peculiar de los pueblos reclama, en opinión de nuestro beato, algunos compromisos más: “Ya que la misión de convertir a los paganos exige, como cualquier profesión, ciertas cualidades y conocimientos especiales por parte de los misioneros, parece natural que haya una casa de formación preparatoria para los futuros evangelizadores, en la que puedan adquirir dichas cualidades y conocimientos”.

Refiriéndose más concretamente a los misioneros extranjeros llegados a su tierra, la conclusión general adquiere tintes muy específicos: “A los sacerdotes y religiosos de Madagascar no les basta conocer a fondo lenguas como el latín, el griego o incluso el hebreo. Es preciso que dominen bien la lengua malgache, desde la ortografía y la gramática hasta la sintaxis, que sean capaces de hablar correctamente en público, y hasta de escribir poesía. De otra forma, los nativos los tomarán por fantoches del malgache y no como a auténticos malgaches”.

            También sus propios Hermanos.- Si pensamos que sus superiores fueron todos franceses, y que Rafiringa no ejerció cargos de relieve en su congregación, resulta fácil imaginar que tales planteamientos tuvieron que provocar ciertos roces. Es lo que se entrevé al fondo de algunas de sus cartas, en las que, a pesar del conflicto latente, nuestro beato de ninguna manera disimula su visión: “El Hermano malgache debe ser cultivado. Es necesario que sus facultades intelectuales sean ampliamente desarrolladas”.

A la hora de concretar propuestas de formación para sus compañeros de patria y congregación, Rafael lo tiene claro: “Estos Hermanos deben conocer a fondo la lengua malgache y su literatura. El Hermano malgache está llamado a hablar en público para hacer de intérprete de un Superior o explicar ideas que desea transmitir en profundidad; en esas ocasiones debe imponerse por su habilidad en el manejo de la lengua. Si solo se expresara con un lenguaje pueril o tosco sería despreciado, y el desprecio mata”. Llama la atención que el Hermano Rafiringa anticipe posibles consecuencias vocacionales graves si no se adoptan con responsabilidad estos planteamientos: “No debería sorprendernos que Hermanos jóvenes poco formados en la cultura malgache pierdan su amor por la vocación; y es que sufren y hacen sufrir a su alrededor. Felices si no cubren, además, de vergüenza a su comunidad, su misión y la religión”.

Estas reflexiones adquieren particular importancia cuando se trata de enviar lejos a un joven religioso nativo, para que complete sus estudios: “Solo después de haber sido bien formados en la cultura malgache nuestros Hermanos nativos pueden ser enviados con provecho a La Reunión, Francia u otros lugares, para desarrollar y fortalecer su cultura. ¡Nunca antes! Porque está suficientemente demostrado que ningún joven malgache que haya sido enviado para estudiar a Europa regrese luego a su país capacitado para gestionar adecuadamente los asuntos locales; sobre todo porque habrá perdido la mentalidad natural de los malgaches”.

Cuando habla de esta manera y se manifiesta con tanta rotundidad, nuestro beato tiene muy presentes algunas experiencias personales: “He llegado a ver en las audiencias del palacio del Primer Ministro a nativos formados en Europa ¡que necesitaban un intérprete malgache!” Y, como remate de su reflexión, recurre de nuevo a las metáforas sanitarias: “Del mismo modo que un malgache enfermo no encontrará fuera de su isla el buen aire que, conforme a su naturaleza, le ayude a recomponer su salud, tampoco podrá encontrar en tierras de otra nación una educación conforme a su mentalidad”.

            La escuela, instrumento privilegiado de evangelización.- Rafiringa tiene también clara otra cuestión: “La educación de la juventud en las misiones es uno de los medios más eficaces para hacer que la religión eche raíces entre los paganos, porque es a través de ella como los principios de la religión pueden arraigar, con las primeras impresiones infantiles, en todos los rincones del alma, e ir creciendo con ella”.

Pero, como es lógico, no todas las escuelas resuelven de manera satisfactoria los retos que la inculturación reclama. De ahí que el Hermano Rafael Luis proponga prestar especial atención a ciertos temas que en él resultan ya una constante: “Dado que la mentalidad malgache contrasta con la de los europeos, y que el estilo de la escuela debe tener en cuenta la mentalidad de los pueblos, es evidente que en la educación de la juventud malgache debe usarse el estilo malgache, y no el estilo de otras naciones. De no hacerlo así, la escuela mataría o embrutecería las facultades intelectuales malgaches, en lugar de fortalecerlas y hacer que florezcan”.

Puestos a elegir un modo concreto de iniciar a los jóvenes en la fe cristiana, una especialidad educativa le parece particularmente eficaz: “Como las familias paganas son todavía extrañas a la fe, y por consiguiente incapaces de dar educación cristiana a sus niños, un internado bien llevado compensa con creces este inconveniente”. Buen conocedor de las virtudes evangelizadoras de los internados por haber estado él mismo interno con los Hermanos de La Salle, Rafiringa las describe valiéndose incluso de metáforas bíblicas: “Los niños internos, al permanecer con el educador día y noche, son entre sus manos como arcilla en manos del alfarero. Así puede él formarlos mediante una educación más continuada que a los demás alumnos”. Además, en un internado se cultivan distintas facetas de la educación de la persona, y no solo las intelectuales: “En un país de paganos hay que cristianizar a estos chicos en todo su ser y hacerlos rebosar de espíritu cristiano por todos sus poros”.
Aunque la influencia del internado nunca debe arrebatar a los niños sus raíces nativas: “La nación indígena, tal como Dios la creó, ha de ser educada como una nación cristiana e indígena. Que sin dejar de ser lo que son, siempre, en todo, por todo y en todas partes, su vida y sus acciones estén impregnadas de espíritu cristiano”.

No cabe duda de que el beato Rafiringa debía de ser un educador peculiar. Él mismo cuenta, en una de sus cartas, que compuso “una obra sobre los proverbios malgaches” en la que ella exponía “muchas grandes verdades, sobre todo para uso de los misioneros educadores”. Cuando el texto llegó a manos de uno de sus compañeros franceses, este exclamó: “Hay que imprimir este trabajo y dar un ejemplar a cada maestro”. Parece ser que contenía críticas bastante fuertes “hacia algunos educadores, sobre todo hacia los extranjeros más torpes, que jamás me habría atrevido a expresar de no habérmelo solicitado”. Y, a modo de excusa definitiva, Rafiringa añade: “Aunque esas verdades se encontraban ya en los proverbios malgaches y de ninguna manera son, por tanto, una invención mía”.

En resumidas cuentas, el beato Hermano Rafael Luis Rafiringa merecería un puesto de honor entre cuantos se interesan por la labor misionera; en particular, entre quienes defienden la necesidad una adecuada inculturación de la vida y el mensaje cristianos en las sociedades que los acogen. En estas cuestiones Rafiringa fue, sin duda, un pionero, en tiempos de misioneros expatriados culturalmente prepotentes, poco dados a plantearse estas cuestiones. Pensemos que estamos hablando de un indígena que vivió hace más de un siglo en una isla remota en plena ebullición colonial. Casi nada.
                                                                      
                                                                                                          Josean Villalabeitia




lunes, 19 de septiembre de 2016

La Salle: Solidaridad que salta fronteras

Desde los primeros momentos de su fundación los Hermanos de La Salle han pensado en los pobres.
En realidad, los pobres son el origen primordial de la aventura lasaliana, que encuentra en la escuela cristiana el mejor instrumento para sacarlos de la marginación e introducirlos en la sociedad y en la Iglesia como lo que son: ciudadanos a carta cabal e hijos amados de Dios. Más aún: según el Evangelio, los pobres son los preferidos de Dios.
En la escuela cristiana se prepararán para el trabajo, espléndida puerta de entrada a la vida plena en sociedad, aprenderán rudimentos de cortesía para no desentonar cuando se hallen entre gentes de otro nivel social y se formarán como cristianos que conocen bien su fe y los compromisos prácticos que comporta, hacia la Iglesia y hacia sus semejantes.
Y todo esto, pensado, animado, desarrollado... desde una comunidad. Porque un lasaliano solitario, aislado, no tiene sentido, como tampoco lo tendría un lasaliano al que no le importase la educación de los niños y los jóvenes, que no se sintiera interpelado e impulsado a hacer algo en favor de los pobres, o que planteara la misión lasaliana, en la escuela o fuera de ella, desligada del interés pastoral y de cualquier preocupación evangelizadora.
Hermanos de las Escuelas Cristianas, ¡eso es! El nombre lo dice casi todo...
               Tempranas inquietudes misioneras.- Cuenta la historia que, cuando Juan Bautista De La Salle todavía vivía, los lasalianos decidieron ya salir de Francia para abrir una escuela en Roma, que por aquella época era la cabeza de los Estados Pontificios, con el Papa como responsable supremo a la cabeza. En la capital transalpina pretendían desarrollar sus planteamientos pedagógicos y evangelizadores, al tiempo que anunciaban a todo el mundo la fidelidad que los Hermanos de las Escuelas Cristianas guardaban al obispo de Roma, en un momento en que no pocos jerarcas eclesiásticos galos preferían apostar por una Iglesia auténticamente francesa, desligada de la cátedra de San Pedro, cuyo comportamiento en relación con los franceses no parecía convencerles del todo.
Y a Roma se fue en 1702 el bueno de Gabriel Drolin, un Hermano profundamente fiel a De La Salle y sus Hermanos a pesar de los malos momentos que de vez en cuando le tocó soportar.
Por esas mismas fechas llegó incluso a existir un plan para fundar centros lasalianos en Canadá, colonia gala que en aquellos momentos lucía el significativo nombre de "Nueva Francia". A última hora el proyecto se frustró, pero la intención era muy seria. Pero si falló no fue por falta de ganas o generosidad por parte de aquellos primeros Hermanos, y es que salir de las fronteras de su tierra natal no producía ningún miedo en los primeros lasalianos cuando de atender a los pobres en sus escuelas se trataba.
               La gran expansión.- Sin embargo, la gran explosión misionera del Instituto de los Hermanos tendrá lugar mediado el siglo XIX, aun cuando para esas fechas hubiesen ya fundado fuera de Francia, en países como Bélgica o Suiza, e incluso en colonias francesas lejanas como Martinica, Guyana o la isla de La Reunión. Además, en 1837 se había hecho, por fin, realidad el viejo sueño de fundar en Canadá, y poco más tarde La Salle entrará también en Estados Unidos.
Pero habrá que esperar hasta las inmediaciones de 1850 para asistir al inicio de un proceso que continuará sin descanso casi hasta finales del siglo XX, con fundaciones que a menudo tienen lugar al ritmo de un país nuevo por año y otras veces de forma algo menos intensa, aunque sin disminuir en ningún momento el entusiasmo misionero.
Niños y jóvenes necesitados de los cuatro puntos cardinales convocan con fuerza a la aventura misionera lasaliana: África  -Egipto (1847), Argelia (1853), Túnez (1854)...-, América  -Ecuador (1863), Colombia (1874), Chile (1877)...-, Asia  -Turquía (1841), Malasia (1852), Singapur (1852)...-, Europa  -Alemania (1850), Inglaterra (1855), Grecia (1858)...- La Salle responde siempre con generosidad y audacia.
               Precoces frutos de santidad.- Curiosamente, dos alumnos de las primeras escuelas que los lasalianos fundaron en tierras lejanas se hallan hoy en los altares oficiales de la Iglesia: el santo Hermano Miguel Febres, que de niño estrenó la primera escuela de los Hermanos en Ecuador, inaugurada en Cuenca en 1863, y el beato Hermano Rafael Luis Rafiringa, alumno asimismo de la promoción inaugural de la primera escuela que los Hermanos abrieron en Madagascar, en 1866.
Estas entrañables figuras lasalianas, hoy universales, están proclamando, casi sin pretenderlo, la extraordinaria fecundidad de la vida y el compromiso apostólico de aquellos primeros Hermanos misioneros.
               Momentos favorables.- Más adelante, dos periodos históricos en particular van a ser especialmente propicios a la expansión misionera del Instituto lasaliano. Por un lado, los años inmediatamente posteriores a 1904, fatídica fecha en que los religiosos son expulsados de las escuelas francesas y tienen que buscar, con imaginación, nuevas formas de desarrollar su misión educativa y evangelizadora.
Una de las vías elegidas será salir de su tierra. Aguardarán a veces cerca de las fronteras a la espera de nuevos acontecimientos. Pero en otras ocasiones marcharán a países lejanos para echar una mano a los compañeros que bregan por aquellas tierras desde hace algún tiempo, o, sencillamente, a crear de la nada un nuevo plantel misionero, con contagioso entusiasmo apostólico y plena confianza en la Providencia divina.
Gracias al compromiso de estos Hermanos franceses, proscritos de las escuelas de su tierra natal a comienzos del siglo XX, pudieron ver la luz Distritos lasalianos hoy tan florecientes como México, Brasil o Australia, por ejemplo.
               Bajo el impulso colonial.- Los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, que afectó muy negativamente a la labor lasaliana en los países directamente implicados en la contienda, significaron en escuelas y casas de formación de La Salle, sobre todo en Europa, la recuperación de la tan añorada normalidad perdida.
Olvidados los sobresaltos bélicos y con la vida ya normalizada, resurge el antiguo entusiasmo misionero que, a decir verdad, nunca se había apagado del todo. Es el segundo gran momento misionero de los lasalianos.
Una evidencia incontestable de la pujanza de su compromiso en tierras lejanas son los datos. Así, entre 1946 y 1968 el Instituto lasaliano inicia su andadura en 25 nuevos territorios, ninguno de ellos europeo o norteamericano. Hoy en día casi todos son ya países independientes, pero en la época a la que nos referimos la mayoría eran colonias dependientes de países del norte  -12 africanos, 8 de Asia u Oceanía y 5 de América Latina-  que bullían en ansias de liberación.

En muchos de ellos a los Hermanos les atrapará la oleada independizadora de los años sesenta del siglo XX, que supondrá un hito decisivo en el devenir de aquellos países y marcará su historia de manera definitiva, con los lasalianos formando parte inseparable de ella.
               Misioneros como todos.- Los misioneros lasalianos se parecen a tantos creyentes, religiosos o seglares, que, impulsados por una llamada interior, que ellos atribuyen al Espíritu, han decidido salir de las fronteras de su tierra originaria para extender el Reino de Dios allende los mares.
Con todos ellos, los de La Salle han debido resolver, con paciencia, los complicados retos de una adaptación a costumbres y culturas casi siempre muy distintas de las propias. Al mismo tiempo, se han tenido que enfrentar a la no menos sencilla tarea de inculturar la fe cristiana y el Evangelio en las condiciones peculiares de los pueblos que decidieron convertir en sus nuevos amigos.
               Misioneros lasalianos.- Pero si los misioneros lasalianos comparten con los demás esas tareas y condiciones propias de la misión lejos de la cultura que uno ha mamado, lucen asimismo características propias que los diferencian de otros proyectos misioneros, también necesarios y hasta admirables. Porque los lasalianos pretenden ser fieles al carisma de La Salle, a los criterios y maneras de actuar de su tradición, a la historia y la espiritualidad lasalianas.
Así las cosas, los lasalianos llevan a las misiones lo que ha sido su estandarte permanente a lo largo de los siglos: la escuela cristiana; la preocupación por una educación integral de niños y jóvenes; la catequesis y pastoral creativas, desarrolladas con seriedad y exigencia; el interés prioritario por todos los pobres y necesitados, los eternos marginados, y en particular por los analfabetos y alejados de la educación; una manera de animar la misión profundamente comunitaria y en red, compartiendo ideales y horizontes con muchas otras personas que desarrollan la misión lasaliana en distintos puntos del planeta, a menudo de formas concretas muy diferentes entre sí.
Las misiones de La Salle tienen, ciertamente, su peculiaridad característica, que las conecta estrechamente con los planteamientos y las aspiraciones de los lasalianos de los cuatro puntos cardinales. La Salle es una amplia red educativa y misionera, que se extiende por todos los rincones del mundo.
               Los últimos tiempos.- La misión lasaliana en nuestra época, fruto fecundo del camino esbozado en los párrafos anteriores, ha adquirido unas dimensiones y unos rasgos concretos que es interesante destacar:
·       Personal autóctono.- Si en los primeros tiempos, los protagonistas exclusivos de la acción misionera eran fundamentalmente Hermanos que marchaban lejos de su tierra natal para evangelizar aquellos pueblos lejanos, hoy La Salle se ha vuelto nativa en casi todos los lugares. La figura del misionero extranjero, a menudo de edad y con largos años de presencia en el país, es todavía visible en algunas naciones, pero, por lo general, tanto los Hermanos como los seglares lasalianos, incluyendo aquí sus autoridades, son hoy hijos del propio país, nativos que han optado por la vocación lasaliana y la inculturan cada día a los ámbitos en los que actúan. La Salle habla hoy infinidad de lenguas, se siente a gusto en múltiples climas y colores de piel, alaba a Dios desde el corazón de gentes de todas las latitudes de la Tierra.
·       Solidaridad.- Es un valor permanente en el baúl de herramientas de los lasalianos. Pero, en la actualidad, la solidaridad lasaliana salta fronteras y se hace cada día más rabiosamente internacional. Solidaridad que significa personas que se mueven para comprometerse a fondo donde quiera que se necesite su aportación. Solidaridad que supone planteamientos, horizontes, modelos, objetivos... que pasan de un lugar a otro para mejor servir y educar a los pobres. Solidaridad que conlleva financiación, fondos con los que acudir en ayuda de los lasalianos que tiene retos urgentes y pocos medios para responder como La Salle debe hacerlo. Solidaridad que se vuelve oración ante el Dios de los pobres para que se les haga cercano y, en clave lasaliana, toque los corazones de quienes pueden hacer algo por ayudarlos.

·       ONG.- Organizadas las cosas funcionan mejor. Por ello, los lasalianos hemos estructurado organismos de todo tipo que nos permitan estar en contacto con nuestros Hermanos en dificultad.
Otra manera de hacer realidad, en definitiva, ese lema que nos ha impulsado a los lasalianos de la Arlep a lo largo del curso que ahora concluye. Y es que, desde el punto de vista lasaliano, todo lo anterior, sencillamente, es justo y necesario.
                                                                                                                                    
                                                                                                                                                    Josean Villalabeitia

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Número de países
en los que hay obras lasalianas
África
21
América
23
Asia
15
Australia/Oceanía
3
Europa
18
TOTAL
80