lunes, 18 de julio de 2016

Sobre el venerable Hermano Adolfo Lanzuela

La localidad de Cella conserva la impronta del recientemente nombrado Venerable por el papa Francisco al Hermano Adolfo, de La Salle. El apóstol de Montemolín, (colegio de La Salle en Zaragoza), nació en Cella en 1894 y murió en Zaragoza en 1976. Cella tiene una calle dedicada al Hermano Adolfo y placas en la iglesia parroquial y en la casa natal. Las personas mayores recuerdan las virtudes que tenía el Hermano Adolfo y los favores que hacía a los cellanos cuando le pedían ayuda para encontrar trabajo y atención en Zaragoza, ciudad en la que desarrolló su vocación religiosa y educadora.

El párroco de Cella, Enrique Pastor, señaló que la presencia del Hermano Adolfo en el municipio donde nació está presente en la memoria de las personas más mayores y en las placas que tiene en su nombre en la iglesia parroquial, en la casa donde nació y en una calle con su nombre.

La placa del Hermano Adolfo en la iglesia parroquial de Cella se encuentra cerca de la pila bautismal a la que daba mucha importancia "porque significa el nacimiento a la fe cristiana".

Enrique Pastor destacó del Hermano Adolfo, según los testimonios que le han contado, cuando iba a Cella en vacaciones y para ver a los familiares el tiempo que pasaba orando ante el Santísimo. "También me han dicho que era una persona muy atenta y que iban a él a pedirle trabajo, cuestión que se desvivía para ayudarles en buscar trabajo".

La vecina cellana, Consuelo Gracia, conoció personalmente al Hermano Adolfo, ya que era amiga de una sobrina. "A Cella venía con frecuencia porque se preocupaba por la familia. A mí me impresionaba. Vivía en la pobreza y no le gustaba nada los homenajes ni los aplausos. Se ruborizaba", confesó. En este punto, Consuelo recordó el día que murió cuando se le iba a entregar en Zaragoza la Medalla de Plata al Mérito de Trabajo en 1976. "Se desplazó desde la residencia de los Hermanos de La Salle en La Rioja a Zaragoza para recibir la Medalla de Plata al Mérito de Trabajo, a pesar de que no le gustaban los reconocimientos, y lo encontraron muerto. El homenaje se convirtió en entierro".

Gracia añadió que al Hermano Adolfo le gustaba mucho la docencia y practicar ciertas virtudes, como visitar a los enfermos. "Consolaba mucho a los que sufría".


Asimismo Consuelo Gracia recordó que cuando estaba en Cella el Hermano Adolfo pasaba grandes ratos en el Sagrario. "Era muy devoto y siempre besaba la pila bautismal. Daba ejemplos de virtud".

Igualmente, Consuelo Gracia mencionó los favores que hacía a los cellanos que buscaban trabajo o para el servicio militar. "La gente lo quería mucho y pido que nos siga ayudando desde el cielo".

Un familiar suyo, Gregorio Serrano Martínez, incidió en la actitud del Hermano Adolfo para socorrer cuando le pedían ayuda. "Los jóvenes cuando iban a Zaragoza a pedir trabajo recurrían al Hermano Adolfo. También a los que hacían el servicio militar. Intentaba hacer favores a todos los que se lo pedían. En Zaragoza el Hermano Adolfo era muy conocido y tenía muchos contactos. A Cella venía el Hermano Adolfo de vez en cuando, en verano, cuando no había clases en el colegio".

El vicepostulador de la causa de la beatificación del Hermano Adolfo, el Hermano de La Salle Fernando Millán, tiene recogida muy bien toda la vida del recientemente nombrado Venerable, el 17 de diciembre, por el papa Francisco.

El Hermano Adolfo nació en Cella (Teruel) el 8 de noviembre de 1894. En el bautismo recibió el nombre de Leonardo. En 1908 ingresa en el seminario de Teruel. Tras cinco años, 1913, lo deja. Razón: "No me atrevo a cargar con la responsabilidad y obligaciones que me impone el sacerdocio". Ese mismo año entra en la Normal de la ciudad para estudiar magisterio. Acaba en junio de 1916. A continuación, tres años de servicio militar en Valencia. Durante la mili fallece su novia Leonor Gil, víctima de la llamada "gripe española". Fue el 19 de junio de 1918. Ejerce de maestro en el colegio de San Felipe (hoy museo Pablo Gargallo), en Zaragoza. Permanece dos cursos, 1920-1922. En julio de ese mismo año inicia su andadura lasaliana en Irún donde toma el hábito y empieza su años de noviciado. Al tomar el Hábito religioso de Hermano, cambió su nombre de pila, Leonardo, por el de religioso Hermano Junián Adolfo , siendo Adolfo el nombre con el que se le conoció durante su vida.

Tras el año de Noviciado y otro más de estudios religiosos en Talence, Francia, cerca de Burdeos, volvió a Zaragoza, donde permaneció, salvo un año en Beasain (Guipúzcoa), hasta su muerte, entregado a la educación humana y cristiana de los niños y jóvenes durante más de medio siglo, por lo que mereció el título de el apóstol de Montemolín.

El Hermano Adolfo, expuso el Hermano Fernando, falleció el 14 de marzo de 1976 en Zaragoza. "La fama de hombre de fe, religioso observante, caritativo y santo le acompañó toda su vida y creció después de su muerte. Ello motivó la apertura del proceso diocesano para su canonización. Terminado dicho proceso diocesano sus actas fueron enviadas en 1991 a Roma a la Congregación para las Causas de los Santos, donde se abrió el proceso correspondiente".

El Hermano Adolfo fue enterrado en el cementerio que los Hermanos tienen  en el Santuario de Nuestra Señora de La Estrella, en el que permaneció hasta el 14 de junio de 1980 en que sus restos fueron trasladados a Zaragoza. Hoy reposan en la capilla del Colegio La Salle Montemolín, donde se pueden visitar durante el horario escolar.

El Hermano Adolfo está en posesión de la En­comienda de Alfonso X el Sabio y de la Medalla al Mérito en el Trabajo. Tres fueron sus líneas fundamentales en la vida en el servicio a los hombres: la tarea educativa, la búsqueda incansable de puestos de trabajo para cuantos acudían a él en demanda de una colocación y la asistencia espiritual a los enfermos. Tres también los trazos que determinaron su perfil espiritual: exac­titud en el cumplimiento del deber, profunda vida de oración, serenidad y equilibrio espirituales. En vida y sobre todo en su muerte el pueblo le atri­buyó fama de santo.